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Hay buenas intenciones. Muchas.
Pero también hay límites que no solemos mirar. Podemos seguir haciendo más de lo mismo, esperando resultados distintos

o podemos detenernos.

Te invito a explorar lo que también se juega detrás de nuestras frustraciones como habitantes. Porque no todo es culpa del otro, del Estado, del ignorante, del mercado.

Habitamos una misma realidad, pero desde posiciones tan distintas que cuesta reconocernos en ella. Esa distancia nos confunde, nos enfrenta.

Por eso… ni ellos ni nosotros somos los responsables absolutos.​ Cuesta admitirlo, pero al parecer todos formamos parte de lo que no funciona.

Hay dimensiones de la conducta humana que desconocemos y que, al hacerlo, también las perpetuamos.

Lo que sigue es una invitación: compartirte lo que no sabía, y que me permitió empezar a comprenderme –y comprender al otro en el juego– desde otro lugar.​​

HAY DIMENSIONES DE LA CONDUCTA HUMANA QUE DESCONOCEMOS TOTALMENTE​​

I- NUESTRA MOVILIDAD DENTRO DE LA SOCIEDAD

Cuatro elementos que conocía, pero que no sabía de sus efectos.

1. EL TÍTULO UNIVERSITARIO

"Christian, ¿por qué hay tantas personas con títulos universitarios, doctorados y sin embargo no logran lo que yo sí. Y eso que yo ni me formé como ellos?"
Justamente por que vos tenés cosas que ellos no. Tenés contactos, tenés un apellido conocido, y junto al capital económico que tus padres tienen, lo conseguiste. Esas personas de las que hablas, solo tienen el título. Varios elementos interactuaron para que ocurran tus logros, Máximo.
"No sé que decirte, yo creo que depende de cada uno."

II- EL  INDIVIDUO AUTO-PRODUCIDO

Pierre Bourdieu mostró que la llamada movilidad social no depende solo del mérito individual ni del esfuerzo personal, sino de la distribución desigual de distintos tipos de capital —económico, social, cultural y simbólico— que estructuran las oportunidades de cada persona.

 

Seguimos aferrados a la idea de que “quien quiere, puede”, como si la voluntad bastara para escapar de las condiciones que nos configuran.

En pleno sigo XXI seguimos creyendo, que con fuerza de voluntad –y un buen plan de gobierno– se solucionan los asuntos.

Esta sigue siendo la creencia esperanzadora a nivel global, porque permite –a algunos–liberarnos de la responsabilidad

asociada al fracaso, lo que más tarde criticamos y juzgamos.

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Esta es la narrativa del individuo auto-producido. No solo niega el peso de las estructuras sociales, sino que también borra lo que hacemos junto a otros: lo que nos forma, nos sostiene y nos limita.

 

Libros de autoayuda, modelos prefabricados y otros modernismos nos ofrecen a pensarnos como unidades aisladas, responsables absolutas de nuestro destino, cuando en realidad somos el resultado de una red de relaciones, privilegios y ausencias que definen nuestras posibilidades.

III- LO AFECTIVO COMO SOSTEN INVISIBLE DEL SISTEMA

Lo que sentimos –y lo que se nos enseña a sentir– también organiza el mundo.
Me di cuenta cómo las emociones colectivas (miedo, culpa, orgullo, rechazo, culpar a los políticos de todo) actúan como engranajes invisibles del sistema.

Lo que sostiene la movilidad desigual y la ilusión del individuo auto-construido no es solo nuestro modelo económico, sino también un conjunto de sentires compartidos, esperanzas, miedos, culpas, silencios y justificaciones que operan en lo cotidiano.

¿Sientes algo de esto?

¿ESTAMOS DISPUESTOS A SER BRUTALMENTE HONESTOS CON NUESTRAS PRÁCTICAS DE VIDA; LOS EFECTOS QUE GENERAMOS EN LOS DEMÁS?

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