SIEMPRE HAY ALGO NUEVO QUE PODEMOS PROBAR
¿Te resuena lo que estás leyendo?
A mí, como empresario, me descolocó por completo. Empecé a preguntarme si tal vez soy parte del sistema que falla, que no garantiza la Dignidad Humana?
Cuesta admitirlo y te pregunto,
¿quieres seguir leyendo o prefieres tratar estos estos asuntos como siempre lo has hecho.
Ambas posibilidades dicen algo...

¿QUÉ PODEMOS HACER?
Paraguay lleva buen tiempo intentando que le vaya mejor. Lo intencionamos –como todos los países– junto a dos sistemas principales: Economía & Democracia. Son los rectores de nuestra existencia, los pilares centrales, pero al parecer, también fallidos para todas las naciones del mundo.
¿Qué hacer entonces? Tal vez admitir que no existe una receta universal capaz de articular la convivencia humana; este podría ser el primer paso. También podríamos dejar de enfocarnos exclusivamente en el macro; los aparatos tecnocráticos, los planes de gobierno, la vieja y remanida idea del líder salvador, los avances tecnológicos, los partidos políticos, nuestras buenas intenciones desde organizaciones sin fines de lucro. Sin darnos cuenta, esto monopoliza hace tiempo nuestras esperanzas y particularmente nuestra atención.
Quizás es momento de hacer una pausa en esta carrera por el Desarrollo Humano y recordar lo esencial en esto; nosotros siendo, estando, teniendo y haciendo con otros.
Me parece que es momento de construir algo, juntos, con todos.
Todos queremos avanzar, vivir mejor, pero la mayoría no lo está consiguiendo; un día empecé a preguntarme, ¿qué hacen diariamente estas personas en y con la Economía que yo mismo ofrezco, nuestra empresa? ¿Cómo viven, cómo interactúan con sus contextos y con la Democracia? Pareciera que las familias, comunidades, ciudades, mercados y países están funcionando para configurar, reproducir sociedades cada vez más disfuncionales.
¿Por qué entonces seguimos en lo mismo?
¿DE QUIÉN ES EL PROBLEMA?
La convivencia humana y sus efectos son fenómenos sociales; complejos sistemas colectivos que suceden y prevalecen de manera anónima. ¿Cómo anónima? Sí, lo que teorizamos respecto a continuas políticas de estado fallidas, la pobreza, las injusticias o el arte de culpar a otros, son fenómenos producidos colectivamente. ¿Quién tiró la primera piedra? ¿Por qué lo hizo? ¿Son siempre los demás, nunca somos nosotros? Pues estos procesos y desavenencias están hechas por todos sin ser producidas por nadie; y esto es denso de aceptar, complejo de procesar, porque implica mirarnos para hacernos cargo cada uno de lo suyo, pero esta vez juntos.
Esto no será fácil ni sencillo, pero es necesario; reconocernos como parte de lo que no nos gusta y empezar de una buena vez. Dejemos de hipotetizar sobre el Estado, las instituciones democráticas, lo público versus lo privado, este o aquel sinvergüenza.
Basta de culpar a otros, esto así nunca será evolutivo ni virtuoso.
Empecemos preguntando, tal vez dedicar tiempo a los significados que evocamos diariamente entre todos, las normas que imponemos sin siquiera saberlo y los antivalores que promovemos.
La interacción cara a cara de ciento de miles de personas que viven respondiendo a modelos al parecer inservibles, varios de ellos liderados buenamente por nosotros.
TODOS SOMOS CAMBIANTES
Hay síntomas evidentes que estamos pasando por alto ciertos asuntos. Por eso creo necesario pensarnos distinto, crear un enfoque que cuide a todos las personas, sin distinción de tipos ni clases. Los seres humano no somos entes pasivos, las estructuras sociales, las democracias que rígidamente intentamos administrar tampoco. Transforman diariamente a las personas y también para mal.
Somos sujetos en constante proceso de subjetivización. Es decir, la forma como interpretamos el mundo, el mercado, el progreso ajeno, las responsabilidades de cada uno. Mi partido político preferido mañana es otro, mis logros profesionales diferirán y cambiarán según variables de espacio y tiempo. Casi todo lo que vemos se construye a través de las relaciones que cada uno establece con los demás y en contextos de una misma realidad.
Sería bueno empezar a aceptar que somos sujetos relacionales, contextuales de tiempo y espacio, productos no terminados. Somos una construcción dinámica que cambia de opinión y que entonces vota tal vez al peor y se vende al mejor. A priori esto parece una desventaja humana; la complejidad que aquí relato, pero no. Es lo más poderoso que tenemos para hacer algo distinto.
¿Podemos pensar de nuevo, y esta vez juntos?
NUESTROS DOS DESAFÍOS
